miércoles, 25 de febrero de 2009

La Pandilla Amigurumi


Alguien me enseñó una vez a coger "el gancho". Como ella solía decir:

- Es muy fácil, lo coges con la mano derecha, en la izquierda la lana y vas haciendo poco a poco una cadeneta tras otra

- ¿Es así abuela?

- Si cariño, pero intenta hacer las cadenetas un poco más apretadas

- ¡Mira abuela! ¡Mira que cadena más larga!

- ¡Muy bien, hija! ¡pero no aprietes tanto!

A esta enseñanza por parte de su abuela materna con mucho cariño y una gran dosis de dulzura, llegó el intento de perfección de la técnica del ganchillo de su madre. Después de unos cuantos pañitos y un cojín que aún guardo por pena a deshacerme de él, llegó la pequeña Pandilla Amigurumi.

Todo empezó con ella. Formaba parte de unos retales de un viejo intento de un jersey de punto azul. Con lana sobrante de color amarillo de otra labor, nació su melena y para acompañarla se la creó una buena pareja.

El segundo miembro de la Pandilla se creó a imagen de "alguien" y parece ser que nació con su expresión. Unas buenas orejas, unos ojos de fieltro con pupilas incluidas y ... ¡listo!

La pareja no podía quedarse sola. Cambié el color de la lana e intenté crear algo original. Esta vez era moreno y joven, con cara de niño. Llevaba unas graciosas gafitas de fieltro rojo que se le perdieron cuando "alguien" en medio de una gran ilusión, de un achuchón se las rompió.

Finalmente, necesitaba un pequeño ser femenino y con dos coletas. Esta vez, era de retales blancos y con el cabello castaño claro. Las coletas se transformaron en dos trenzas.

Así fué como se creó la Pandilla Amigurumi y cómo nacieron mis primeros amigurumis.