martes, 14 de octubre de 2008

La Pequeña María

Diseñada por Fernando Mencía, Gracias!!

A la pequeña María la gustaba pasar el tiempo con su precioso gatito. A menudo se sentaba junto a él y le acariciaba suavemente. Le miraba con sus ojos azules y solía contarle sus cosas:

- Mi gatito, hoy he estado con mis amigos y les he hablado de ti. Les he contado cómo me miras con esos ojillos tan saltones y cómo mueves los bigotes de esa manera que tanto me gusta.


- Les he transmitido que de vez en cuando te gusta ir a dar un paseo, a ver el mundo que nos rodea y que cuando vuelves me cuentas con tu mirada todo lo que han visto tus ojos.

- También, les he detallado cómo te gusta pasar horas y horas jugando entre las labores de mamá, cómo entre tus patas coges los ovillos de sus mejores lanas y los deshaces en un momento y cómo, después de hacer esto, te acercas sigilosamente a ella y la miras con esa carita tan inocente, pensando que así ella no te regañará.

A María la encantaba estar con su gatito y éste la correspondía fielmente. Cuando estaba cansada o un poco triste, su gato la buscaba y se tumbaba en su regazo, se acurrucaba y movía el rabo de un lado a otro. Sus ojos decían muchas cosas, pero en estos momentos era su rabo el que hablaba con su movimiento.

Cada vez que su rabo iba y venía tenía una palabra de consuelo para María. En cada uno de estos movimientos la decía muy tierna y dulcemente: “Cuenta conmigo, María”.

María acariciaba a su gato y lo miraba. El gato ronroneaba y parecía como si esbozara una sonrisa, una sonrisa que a María la daba paz y tranquilidad, la serenaba y la hacía pasar todo su cansancio y sus penas. Se sentía bien con su gato, estaba tranquila y serena, relajada y apacible.


Con su gato en su regazo, la pequeña María cerraba los ojos y olvidaba todo, sólo se concentraba en su gato y poco a poco se quedaba tranquila, relajada y plácidamente dormida...